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La vigencia del torrijismo

Una doctrina de esperanza, que salvó a Panamá de una guerra similar a la que aún afecta a los hermanos centroamericanos.

En su autobiografía El Panamá que construimos, el presidente Ernesto Pérez Balladares plantea una confrontación: «arnulfismo vs torrijismo». Desde su perspectiva, se trata de dos doctrinas que surgieron al calor de casi sesenta años de intensos sucesos políticos-sociales. Antes del 68, el arnulfismo se consolidó como un movimiento popular contra la clase dominante, integrada por unos pocos individuos que defendían sus propios intereses económicos. Indiscutiblemente, Arnulfo Arias supo jugar a la perfección el papel de líder rebelde, del inquieto, del hombre que no estaba satisfecho con lo que pasaba.

A raíz del golpe del 68, muchos de los adversarios de Arias se unieron a él para combatir a los militares. A las clases dominantes les resultaba mucho más fácil entenderse con él que con Torrijos, porque este último lo que quería hacer era una verdadera transformación y los rabiblancos sintieron que en el camino perderían mucho o todo. Es a partir de esta migración de fuerzas que se comienza a distinguir sustancialmente el arnulfismo y el torrijismo.

Para el Dr. Pérez Balladares «ambas ideologías tienen un denominador común, que es el interés nacional. Lo que pasa es que, en el caso de Arnulfo, ese “panameñismo” no se traducía en acción cuando llegaba a la presidencia. A la hora de ejercer el mandato, no solo desestimaba las expectativas de la ciudadanía, sino que nombraba en su gabinete a quien le parecía más leal, así no fuera el más capaz».

El autor de El Panamá que construimos señala que la historia del torrijismo comienza a escribirse realmente a partir de 1972, cuando el general Omar Torrijos tuvo el poder absoluto del país y aplicó su “dictadura con cariño”. Entonces, supo implementar la doctrina panameñista que reza “Panamá para los panameños”. El torrijismo tuvo la capacidad de crear las condiciones de inversión social para ganarle la pelea al aislamiento y la miseria que ahogaba a las mayorías. Si bien esos problemas se originaron en los tiempos en que Panamá fue provincia colombiana, ninguno de los gobiernos “democráticos” que se sucedieron hasta el 68 tuvo la voluntad política para superarlos. Todo lo contrario, profundizaron estas circunstancias, convirtiéndolas en el caldo de cultivo para una explosión social.

El general Torrijos comprendió, quizá porque lo vivió en carne propia, el valor de la esperanza y por eso dedicó a mediar entre todas las fuerzas, externas e internas, que en aquellos tiempos estaban llevando al país hacia una guerra similar a las que se vivían y se siguen viviendo en Centroamérica. También tuvo la humildad al asumir la responsabilidad de conducir las acciones para recuperar nuestra soberanía sobre la zona canalera. Él decía que estábamos frente a un “alpinismo generacional”. ¿Eso qué significa? Que muchas generaciones de panameños venían luchando por todas esas reivindicaciones. Es decir, jamás dejó de reconocer el valor de las iniciativas que en el pasado se condujeron en esta dirección.

La esencia del pensamiento torrijista, que se enfoca en dar oportunidades de crecimiento a las clases más marginadas, a través de la acción del Estado hacia la inversión social, sobrevivió en el tiempo y sigue siendo el punto de partida de interesantes debates políticos. Para complementar las ideas del Dr. Pérez Balladares, dejamos a continuación un vídeo de Alba Iris Castro (q.e.p.d.), miembro fundadora del PRD y quien conoció muy bien al general Omar Torrijos. En una entrevista que le hicimos en julio de 2018, la profesora Castro comparó el antes y el después para comprender hasta donde el torrijismo podría tener vigencia hoy.

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