La segunda participación internacional de la licenciada Dora Boyd de Pérez Balladares como primera dama de Panamá fue esta histórica Cumbre Mundial sobre Desarrollo Social.
Para el momento de su realización, entre el 6 y el 12 de marzo de 1995, fue la mayor reunión de líderes del planeta jamás realizada. Asistieron más de 14 000 personas, entre ellas delegados de 186 países, con 117 representados a nivel de Jefes de Estado o de Gobierno.
Al concluir la Cumbre, los participantes aprobaron una Declaración y un Programa de Acción que representaron un nuevo consenso sobre la necesidad de poner a las personas en el centro del desarrollo, a fin de promover el desarrollo social a través de diez compromisos, entre ellos la erradicación de la pobreza, la reducción de la desigualdad y la promoción de la integración social. En la Declaración, los Estados Miembros acordaron promover la paz y la seguridad internacionales, acelerar el desarrollo en África y los países menos adelantados y movilizar recursos para lograr el progreso social. Presentaron el desarrollo económico, el progreso social y la protección del medio ambiente como elementos interdependientes y componentes del desarrollo sostenible.
La Cumbre Mundial sobre Desarrollo Social fue un momento histórico, porque la Declaración de Copenhague sobre Desarrollo Social y su Programa de Acción han guiado la acción multilateral sobre desarrollo social desde entonces. La Declaración hizo hincapié en la erradicación de la pobreza como un imperativo ético, social, político y económico. La Declaración también representó un consenso único sobre la promoción del empleo pleno y productivo, estableciendo un enfoque holístico para lograrlos. Reconoció que el desarrollo social no se puede alcanzar a través de iniciativas parciales. El enfoque requería una orientación de valores, objetivos y prioridades para una mejor calidad de vida y bienestar para todos. Aspiraba a “colocar a las personas en el centro del desarrollo garantizando la plena participación de todos”.
Delegación panameña
La Licda. Boyd de Pérez Balladares estuvo acompañada por un grupo de mujeres de Panamá y Jorge Illueca, en ese momento nuestro delegado en Naciones Unidas. El 8 de marzo de 1995, la primera dama de la república tuvo la oportunidad de dirigirse a los asistentes con un breve discurso que tuvo como centro la reflexión sobre la necesidad de que «hay que mirar al mundo a través de los ojos de la mujer».
En su disertación, doña Dorita reconoció que se dieron importantes avances para el reconocimiento de las mujeres como ciudadanas de primera categoría. Sin embargo, en pro de tener un logro real de las metas de igualdad y desarrollo fijadas por la ONU, se hace necesario «reconocer con sinceridad y valentía que, a pesar de los avances, que son muchos, la mayoría de las mujeres del mundo continúan en una situación de desventaja que las mantiene al margen de los beneficios del desarrollo… Hasta ahora, la mayoría de las concepciones del desarrollo han reproducido las condiciones de desigualdad, incrementando la pobreza femenina«, dijo la primera dama panameña.
Además de trabajar porque las políticas públicas y los programas de acción de los gobiernos incorporen un enfoque de género que tenga presente las desigualdades y privilegie la equidad, la Licda. Boyd de Pérez Balladares hizo énfasis en que esa efectiva participación de las mujeres en el desarrollo debe reconocer la diversidad cultural propia de cada sociedad.
Aquí dejamos parte de la intervención de nuestra primera dama en esta Cumbre Mundial sobre Desarrollo Social, realizada entre 6 a 12 de marzo de 1995 en Copenhague, Dinamarca.