Omar Torrijos: Inspiración inmortal

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No era un erudito, pero se rodeaba de gente preparada y le escuchaba. Se apoyaba en la controversia. No para llevar la contraria, sino para conseguir la idea más brillante e irrefutable.

Para el Dr. Ernesto Pérez Balladares el general Omar Torrijos fue el gran modernizador de las prácticas y costumbres políticas de Panamá. Como uno de sus más cercanos colaboradores, se involucró en el desarrollo de nuevas ideas; la ruptura moldes caducos del pasado; la incorporación del debate nacional a fuerzas sociales emergentes y el establecimiento de una comunicación directa y personal con el pueblo panameño.

¿Qué hacer para preservar la memoria histórica de este panameño y latinoamericano tan especial? ¿Cómo transmitir a las nuevas generaciones la verdadera raíz de su legado? A juicio del presidente Pérez Balladares, mediante el recuerdo del compromiso de su programación social. Emulando su interés incalculable por la salud de los pobres, por la escuela de los pobres, por la vivienda de los pobres. «Se recuerda a Omar cuando se hace énfasis en que el crecimiento económico no es suficiente si no va acompañado de una política contra la carestía y contra la pobreza», expresa el exmandatario.

Sostenidamente, el Dr. Pérez Balladares ha dicho además que si no hubiera sido porque Torrijos y quienes entonces lo acompañaron se atrevieron a pensar en las futuras generaciones, Panamá jamás hubiera integrado el territorio y recuperado el Canal. En retrospectiva, la mayor satisfacción para él es que la contundencia de la obra política del general Omar Torrijos se ha impuesto por encima de las calumnias de sus detractores.

El fatídico día

«Por un pequeño giro del destino no figuré en la lista de los que perdieron la vida junto al general. Pero si me hubiese tocado morir aquel 31 de julio de 1981, no habría sido a bordo del bimotor De Havilland Canadá DHC-6 Twin Otter de la Fuerza Aérea Panameña (FAP-205) que se estrelló en el Cerro Marta. En realidad, Torrijos no tenía que haber viajado ese día a Penonomé. Su agenda y la mía contemplaban salir de Panamá en un avión privado que alquilamos bajo la más estricta discreción, rumbo a una misión tan secreta que solo conocíamos él y yo». Así lo expresa el Dr. Ernesto Pérez Balladares al iniciar su relato de vida en el libro El Panamá que construimos.

Los detalles de aquella agenda confidencial, así como la secuencia de sucesos que se dieron luego de la desaparición de la aeronave en la que viajaba el general Omar Torrijos y las investigaciones para determinar si fue un atentado, abarcan el primer capítulo de la autobiografía. Pero, para los efectos de este artículo, preparado para conmemorar un año más de la muerte física de «El Viejo», como le recuerda el presidente Pérez Balladares, citaremos su descripción del ambiente que prevaleció en Panamá las semanas siguientes a este suceso histórico:

«Un gran duelo embargó al país. El sentimiento estaba más allá de un simple decreto. El funeral de Estado de Torrijos tuvo lugar en la Catedral Metropolitana del Casco Viejo. Sus restos permanecieron en capilla ardiente el lunes 3 y el martes 4 de agosto. A las diez de la mañana de ese día arrancó el cortejo fúnebre que salió del Casco Viejo, atravesó la Avenida Central, pasó por la emblemática Plaza 5 de Mayo, recorrió la Avenida de los Mártires en dirección hacia la Avenida A y concluyó en el Cementerio Amador. Para muchos fue insoportable, impresionante, ver pasar la urna que contenía lo que había quedado del Viejo tras el choque y voraz incendio que consumió la aeronave. Hubo desmayos, ataques de histeria, gestos de honra y de decepción.

Delegaciones de más de veinte países se hicieron presentes en las exequias. Destacó la presencia de los expresidentes Carlos Andrés Pérez de Venezuela y Adolfo Suárez de España; así como la de Felipe González, líder de la oposición socialista española. Mientras, cientos de panameños de todos los rincones del país se movilizaron a la capital para dar el último adiós al general.

Para mí fue un momento de profunda tristeza. Con los años, y después de haber sufrido la muerte de mis padres, puedo afirmar que la intensidad de mis sentimientos era la de alguien que perdió a un hermano. Omar se convirtió en más que un líder nacional, un jefe o un compañero de luchas. Era mi familia… y ese mismo sentimiento hacia él lo tenían en mi casa, especialmente mis niñas».

Democracia en suspenso

El presidente Pérez Balladares expone en su libro que, además del dolor que sintió con la partida física del general Torrijos, lidió con la angustia que le producía pensar en el porvenir de la nación. Tuvo la certeza de que se quedaría a medio camino el programa para consolidar un sistema democrático; una transición que fue planificada en un petit comité que conformaron exclusivamente para ese asunto.

En El Panamá que Construimos, el autor explica que de esas intensas discusiones salió la idea de conformar un partido, el PRD; un aspecto que provocó acaloradas discusiones durante mucho tiempo. «Nos debatíamos entre hacer un partido único, inspirándonos en el PRI de México, o entrar en una democracia multipartidista. La manzana de la discordia estaba en que aquí se había tenido muy mala experiencia porque antes de 1968 no había una sola organización política que no representara los intereses personales de unos pocos. Lo que menos queríamos era que se repitiera esa historia. ¡Si Torrijos nos pudiera ver ahora mismo! Creo que se volvería a morir, pero de tristeza, al darse cuenta de que terminamos cayendo en algo que, si no es, parece igualito»; señala el Dr. Pérez Balladares.

Según narra el exmandatario, lo que realmente quería «El Viejo» era evolucionar a una etapa democrática que incluso sirviera de modelo regional. Al final ganó la propuesta del multipartidismo y cuando comenzaron a trabajar para lograr esa meta la oposición de la época se mostró incrédula. Ricardo Arias Calderón, líder del Partido Demócrata Cristiano, hoy día Partido Popular, aprovechó todas las oportunidades que se le presentaron para señalar que solo se trataba de un montaje para hacer creer al mundo que se cumpliría con los compromisos asumidos para la firma de los Tratados. De ese discurso fue que salió la etiqueta de “veranillo democrático”, para connotar que era algo pasajero. Su relato continúa de la siguiente manera:


En El Panamá que construimos, el autor profundiza en la crisis democrática que produjo la temprana muerte de Torrijos exponiendo varios detalles de la batalla campal que se dio en el seno del alto mando militar por el poder. Describe además la secuencia de acciones que llevaron a Panamá en lo que él llama la «década perdida», que terminó con la violenta salida de Noriega.

Conocer a un verdadero líder

En su libro el presidente Ernesto Pérez Balladares también relata que habló por primera vez con el general Omar Torrijos Herrera en la tarde-noche del jueves 13 de febrero de 1975, cuando celebraba su cumpleaños número 46 en casa de su gran amigo Rodrigo González Jurado, a quien todos le decían Rory. Para esa época, Pérez Balladares trabajaba como oficial de Citibank y justamente fue allí que González Jurado, cliente del banco, lo invitó a conocer a Torrijos.

«Así que llegué a la fiesta de cumpleaños de Torrijos movido únicamente por una gran curiosidad. Aunque no sabía mucho de política, me interesaba lo que pasaba en el país y vi aquella reunión como una oportunidad para ir más allá de lo que leía en la prensa o lo que observaba en ciertas protestas por situaciones que no se podían negar u ocultar…

A pesar de ese lado tan oscuro y reprochable propio de las dictaduras, para 1975 Omar ya se había convertido en un personaje emblemático, en toda una leyenda, porque parecía enfocado en sacar al país de la espiral de miseria y violencia en la que llevábamos atrapados tantos años. Cuando cruzamos palabras por primera vez, me di cuenta de inmediato que verdaderamente tenía una chispa natural muy aguda. Me impresionó tremendamente lo expresivo de sus ojos y su forma de hablar. No era un erudito, pero pronto comprendí que su éxito residía en que se rodeaba de gente preparada y, más importante, sabía escuchar muy, pero muy atentamente. Mejor aún, le encantaba la controversia. Cuestionaba todo y a todos. Pero no por llevar la contraria, sino para generar diversos argumentos entre los interlocutores y ver cuál terminaba siendo la idea más brillante, la más coherente, la irrefutable. Jamás se me pasó por la cabeza que estrechar su mano me sacaría del camino que me había trazado y estaba recorriendo tan satisfactoriamente».

El Dr. Pérez Balladares suele reconocer con orgullo que debe su formación política a Omar Torrijos, a quien conoció en un afortunado instante de su vida y que a su lado, como colaborador y amigo, recibió un valioso cúmulo de sabias enseñanzas y de inolvidables experiencias.

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