El caso del «narco cheque», como lo denominaron los medios de comunicación nacionales e internacionales, fue una situación delicada que enfrentó el presidente Ernesto Pérez Balladares antes de su segundo año de gobierno.
En la noche del viernes 21 de junio de 1996, el propio jefe de Estado reveló que 51.000 dólares de una empresa vinculada al presunto capo del cartel colombiano de Cali, José Castrillón Henao, entraron en las finanzas de su campaña presidencial de 1994 a través de dos cheques de una cuenta en el Deutsch Südamerikanische Bank AG. Un aporte de 21.000 dólares y otro de 30.000 dólares fueron detectados gracias a una auditoría de las contribuciones monetarias ordenada por el propio Pérez Balladares. La investigación se puso en marcha por parte del Consejo de Defensa y Seguridad Nacional, que dirigía Gabriel Castro.
En su libro El Panamá que construimos, el Dr. Ernesto Pérez Balladares señala: «me siento satisfecho con el manejo transparente que mi equipo y yo dimos a esta serie de acontecimientos «. En el capítulo trece, titulado «Controversias», el autor señala que José Castrillón Henao no sólo tenía importantes inversiones y cuentas bancarias en nuestro país, sino también en Estados Unidos y Europa. Sobre él no pesaba ninguna alerta o sospecha por el origen de sus fondos. Era visto internacionalmente como un exitoso empresario de la industria pesquera; por lo que aceptaron su donativo, convencidos de que se trataba de dinero limpio.
En contexto
Es importante señalar que en los inicios de nuestra era democrática no existían restricciones a los aportes económicos a las campañas electorales. Las disposiciones legales que hoy establecen prohibiciones y regulaciones al apoyo oficial y contribuciones privadas surgieron poco a poco con el correr de los años, precisamente en la medida en que situaciones como estas mostraban las debilidades de las normativas panameñas en esa materia.
La campaña presidencial de Ernesto Pérez Balladares en 1994 costó entre 8 y 10 millones de dólares, provenientes de contribuciones de muchísima gente. Algunos con pequeñas cantidades y otros con sumas más cuantiosas. «Nunca se le puso cortapisa a ningún contribuyente, a menos que se supiera de alguna razón de peso», explica el Dr. Pérez Balladares en su autobiografía.
De respetado a peligroso
En el libro también se dan los detalles de cómo fue que Castrillón Henao se coló en el grupo de contribuyentes. Pero esta parte de la historia no la expondremos aquí porque es más interesante leerla en El Panamá que Construimos. Lo que sí vamos a presentar a continuación es la versión resumida de cómo fue que este personaje de nacionalidad colombiana dejó de ser considerado un respetado inversionista en Estados Unidos y pasó a ser el peligroso «Señor de los Mares» en julio de 1995, más de un año después de su donativo a la campaña del candidato Pérez Balladares.
Todo comenzó cuando el servicio de guardacostas estadounidense incautó 12 toneladas de cocaína manejadas por el cartel de Cali dentro de la embarcación Nataly I, un atunero propiedad de Castrillón Henao. Entonces, las autoridades de Florida y San Diego comenzaron una investigación contra ciudadanos colombianos, entre ellos este caballero, que de inmediato fue fichado por la DEA como el organizador de una red marítima encargada del tráfico de estupefacientes desde el puerto colombiano de Buenaventura al mercado norteamericano y europeo. Ese mismo año dieron con otras tres de sus embarcaciones cargadas de droga y entonces, apegándose a los acuerdos internacionales para combatir el narcotráfico y lavado de dinero, las autoridades estadounidenses pidieron apoyo a las agencias de inteligencia de Colombia, Panamá, México, Ecuador, Francia e Italia, países donde este sujeto tenía intereses.
Particularmente los agentes panameños hicieron un trabajo tan impecable que capturaron a Castrillón Henao el 17 de abril de 1996 en Ciudad de Panamá mientras manejaba su BMW. También, gracias a las investigaciones de la Fiscalía Primera Especializada en Delitos de Drogas, se detectaron 8,3 millones de dólares depositados en 66 cuentas bancarias en Colombia, México, Canadá, Suiza, Francia y España. En cuanto a las que abrió en la plaza bancaria panameña, se encontró que había lavado unos 36 millones de narco dólares entre 1985 y 1996 utilizando cuatro falsas identidades.
Se destapa la olla
De toda esta investigación de alcance internacional fue que surgió el dato de que Castrillón Henao había donado dinero a la campaña presidencial de Ernesto Pérez Balladares. La veracidad de ese señalamiento vino luego de que el abogado del personaje, Rogelio Cruz, quien hasta finales de 1993 ocupó el cargo de Procurador de la Nación, se comunicó con el Consejo de Seguridad para advertir que efectivamente había dado dos cheques. Ahí fue cuando el presidente Pérez Balladares ordenó a los que manejaron los recursos de su campaña que verificaran la información.
Unos días antes, a principios de junio de 1996, el semanario británico The Economist publicó la primicia de la filtración en la campaña. El diario panameño La Prensa reprodujo, agregándole otros elementos de su propia cosecha, una versión que recogió The New York Times sobre el trabajo original. El presidente Pérez Balladares recuerda en su autobiografía que negó cualquier vínculo con que Castrillón Henao simplemente porque no se acordaba de él. Pero una vez le fue confirmada la información, de inmediato convocó una conferencia de prensa en la que dijo que se tragaba sus palabras. «Más allá de esta suerte de acto de contrición, a pesar de que en la práctica fui engañado, me ocupé de usar todos los recursos que en mi posición tenía para impulsar aún más la profunda investigación que ya venían haciendo las autoridades correspondientes. Quería que a partir de esta amarga revelación se fortaleciera la colaboración con la DEA y el resto de los equipos de inteligencia involucrados. No tenía nada que ocultar. Quería todas las cartas sobre la mesa porque ellas demostrarían que yo no tenía ninguna vinculación con esta gente, como efectivamente quedó muy claro en la medida que progresó el caso dentro y fuera de nuestro país», expresa el Dr. Pérez Balladares.
En El Panamá que construimos se encuentra la secuencia de sucesos a partir de la confirmación de la filtración de fondos; que van desde la detención en la Policía Nacional del narcotraficante, pasando por sus intentos de evasión de la justicia y hasta el costo para el Estado panameño de mantenerlo preso durante más de un año. Lo más insólito de este relato es el final: El 29 de mayo de 1998 se acordó su extradición a petición de los norteamericanos, apegados al Tratado de Asistencia Legal Mutua firmado en 1992. En este punto, a la justicia panameña le tocó ser creativa porque nuestra norma legal prohibía extraditar personas que no hubieran recibido condena judicial.






¿Qué se hizo entonces? Nuevamente, recomendamos leerlo en el libro del Dr. Pérez Balladares. Lo que realmente importa ahora, para cerrar este artículo, es que en Estados Unidos el «Señor de los Mares» logró, con su conocimiento delictivo, la libertad que en Panamá no pudo comprar con todo su dinero sucio.
A continuación, dejamos a tu disposición la entrevista completa que le hizo al presidente Ernesto Pérez Balladares el presentador de noticias Raúl Peimbert para el espacio «América Habla» de la cadena Telenoticias, un programa de la televisión hispana en Estados Unidos. La conversación de casi treinta minutos se desarrolló a pocos días de que explotara en la prensa el asunto de los dos cheques.